Con la presencia de decenas de mujeres que portaban orgullosamente el escapulario de la patrona de Chile, trece nuevas camareras se sumaron a la Cofradía del Carmen, comprometiéndose a extender la devoción a la Virgen y rezar por nuestro país.
Las nuevas camareras son: María Francisca Montalva Feuerhake, María Elena Ruiz Tagle Garcés, Gabriela Salgado Aracena, Aurora Garrido Riveros, Ximena del Carmen Cuevas Moreno, María de la Luz Boestch Matte, Isabel Margarita Morandé Peñafiel, Carmen Eugenia Peñafiel Rosselot, María de los Angeles Covarrubias Claro, María Ignacia León Ross, María de los Angeles Donoso Torres, Verónica Calderón Amunátegui y Bernardita Calderón Amunátegui.
¿Qué significa ser Camarera de la Virgen del Carmen?
Venerar y difundir el amor y devoción a la Santísima Virgen del Carmen y acogerla como Madre es la principal motivación de las camareras que llevan el escapulario. Sentirla viva, seguras de su presencia y amparo, especialmente a través del Escapulario, signo maravilloso de protección de la Madre de Dios a todas las personas que le manifiesten su amor y consagren sus vidas con sinceridad en busca de la santidad. María nos lleva de la mano a su hijo Jesús y nosotras como hijas queremos acogerla en nuestro corazón, servirla y cuidarla como nuestra Madre, tal como el Señor se la confía a San Juan a los pies de la cruz. El carisma carmelitano se distingue antes que nada por la vida de oración y humildad, lo que se traduce en vida de amor.
Ser camarera es servir a la Virgen del Carmen, dedicando en forma totalmente desinteresada parte del tiempo personal a sus cuidados, veneración y a la propagación de su devoción en todos los entornos posibles, con el fin de que su mensaje llegue cada día a más corazones y especialmente a las nuevas generaciones.
Nuestro si como camareras debe consistir en:
Oírla: a través de la oración y meditación de la palabra de Dios, sobre todo en la Eucaristía y el rezo del Santo Rosario.
Imitarla: en el amor al prójimo, en el espíritu de servicio, en la sencillez, en la humildad y sobre todo aceptando la voluntad divina.
Darla a conocer: trabajar en la difusión de la gratitud y el amor que se le deben, llevar el Escapulario con respeto y testimoniar que con él vestimos el hábito de María. Rezar su novena, en el Santuario o en familia. Celebrar su fiesta el 16 de julio y dar testimonio público de fe en la Procesión a Nuestra Señora del Carmen, el último domingo de septiembre de cada año.
Nuestro objetivo es que “Al ser honrada la Madre, sea mejor conocido, amado, glorificado el Hijo, y que, a la vez, sean mejor cumplidos sus mandamientos” (L.G. 66).