Las fiestas en honor a la Virgen María son muestras de la devoción popular. La mayoría corresponden a celebraciones que ensalzan alguna de las virtudes de la Virgen siguiendo la tradición católica española que llegó a nuestro continente, pero también muchas han surgido en pueblos y pequeñas localidades que en tiempos precolombinos eran lugares de culto de los aborígenes que se comunicaban con la divinidad a través de cantos y bailes. Es por eso que gran parte de las fiestas actualmente dan cuenta del sincretismo que se produjo entre la cosmovisión indígena originaria y la cultura hispana a partir del siglo XVI.
Estas fiestas se caracterizan por la multiplicidad de actos de devoción que los fieles realizan para manifestar su amor a la Virgen, tales como bailar, cantar, orar, llevar flores, caminar o realizar sacrificios.
Las características de estas celebraciones han variado en el tiempo. Según el relato del cronista Alonso de Ovalle, durante el siglo XVII las fiestas religiosas en Santiago eran de gran colorido y participaban numerosas cofradías de danzantes, algunas integradas por aborígenes y mulatos, en las que destellaban los llamativos atuendos, luces, pendones e instrumentos. En la actualidad, este tipo de manifestaciones ha disminuido en intensidad desde la capital hacia el sur, pero se mantienen con gran fuerza en el norte del país y hasta la provincia de Valparaíso y sus alrededores. Enviado en movimiento